La fuente por Anna Robinson
A pesar de venir de la misma iglesia en el Reino Unido, y cruzar caminos por muchos años ya, ¡probablemente conozco más sobre Anna desde su blog que de compartir la vida juntas y probablemente ella diría lo mismo! Invite a Anna a compartir este mes no solo porque ella es una gran escritora, sino porque también tengo mucho respecto hacia ella y su esposo, Rich, y su deseo de vivir vidas que otros no pueden imitar. ¡Y yo sabia que a todos les encantaría escuchar los que ella tiene que decir también!
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Yo sabia en preciso momento en el que hizo click. La moneda cayó. Las escamas cayeron de mis ojos.
Habíamos Discutido. No una de esos tipos de desacuerdos ligeramente – subidos – de tono de voz. Sino uno de esos rojo-crudo, ojos hinchados, cachetes hinchados, torciendo el alma tipo de desacuerdos.
No había un arreglo rápido, no respuestas fáciles, no perdón. Y estábamos atrapados.
Y entonces, con resistencia, tomamos una decisión. Exaltaríamos a nuestro Dios. Juntos.
Nos sentamos en sofás separados, con aire frío, la música de alabanza sonó. Al principio solo escuchábamos, un público insensible – era todo lo que podíamos reunir. Y el Espíritu Santo descongelado vino y lentamente, lentamente, nuestras ofrendas de alabanza fuero suavemente susurradas en nuestros corazones – escuchadas y recibidas por nuestro Padre. Nuestros pequeños, dulces sacrificios. Canciones cantaron en nuestros corazones desbordando nuestros labios hasta que dos voces quebradas cantaron una canción.
Una canción.
Y en ese momento, cuando no era sobre él ni tampoco sobre mi, se volvió sobre Él. Él, autor de creación. Él, quien su amor no conoce fronteras, limites, inicio, final. Él, quien es sin pecado y no cuenta nuestros pecados en nuestra contra. Él, quien se acercó a nosotros, aún antes de que sepamos que teníamos que acercarnos a Él. Él, quien se reconcilió a si mismo con nosotros, y nos pidió que nos reconciliáramos el uno con el otro. Él, quien sangró y murió en una cruz para que podamos estar libres en el perdón. Él, quien derrotó a la muerte para que vivamos.
Era Él a quien encontramos. Y mientras le dábamos nuestra ofrenda, recibimos mucho mas.
Mucho más.
La verdad se reveló mientras lo encontrábamos quien es verdad. Las mentiras se expusieron como rayo de luz. Amor salió sin medida. Y a medida que recibíamos su amor pudimos dar y recibir amor el uno al otro. A medida que recibíamos su abrazo podíamos dar y recibir el abrazo del otro. Y a medida que recibíamos su perdón, podíamos dar y recibir perdón el uno al otro.
Mientras yo vi el corazón de Rich al desnudo. Imperfecto, vulnerable, con cada pulso palpitando por Él.
Y el vio mi corazón al desnudo. Imperfecto, vulnerable, con cada pulso palpitando por Él.
Y en ese momento lo vi de nuevo, la verdadera revelación:
Dos almas al desnudo con Un corazón; tejidos juntos como Uno ante Dios.
De manera que los votos matrimoniales inundaron mi mente recordé como empezamos este viaje:
“Todo lo que soy te lo doy, y todo lo que tengo lo comparto contigo, en el amor de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.”
Con esas palabras declaradas ante Dios nos hicimos uno hasta la muerte. En Cristo somos uno. Siempre. Aun en la crudeza de nuestros desacuerdos, en el valle, o en el tope de la montaña – donde sea que estemos en nuestro viaje – éramos, y somos, siempre Uno. El gozo ya no es solo mío. Es nuestro. El dolor ya no es solo mío. Es nuestro. La victoria ya no es solo mía. Es nuestra. Las relaciones ya no son solo mías. Son nuestras.
Nosotros caminamos esta unidad mano en mano con El quien nos hace Uno.
Él es Nuestra Fuente: Nuestro Dios, el tres en uno.
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Anna y Rich viven en Sheffield, Reino Unido con sus tres hijos, Josiah, Esther y Samuel. Ellos están apasionados con mostrar y compartir a Jesús a su comunidad y ayudar a otros a hacer lo mismo. Juntos dirigen "3dm UK y Rich esta en el personal en "Network Church Sheffield.Ellos tienen un blog en inglés que usted puede leer en http://annarobbo.wordpress.com/
